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Lo sublime en la pintura: Van Gogh y la noche estrellada sobre el Ródano.


Si algo positivo me dejaron mis clases de historia del arte (entre muchas otras cosas) es que el arte existe para compartir emociones, reflexiones y cualquier otro tipo de pensamiento que éste llegue a generar en el espectador. Va más allá de ser solamente una bonita decoración. Es por esto mismo que me decidí a compartir con ustedes lo que me ha hecho pensar.


Lo primero que podemos observar sin hacer un análisis profundo es un atractivo contraste de amarillo con azul; colores preferidos de Van Gogh. En estos trazos vemos representada en el fondo a la ciudad de Arlés, en Francia, durante el momento del día donde las estrellas y la iluminación de los hogares son la única fuente de luz disponible, y cuyo reflejo sobre el río es simplemente cautivador. Así mismo podemos observar a dos personas, posiblemente una pareja, caminando pacíficamente sobre la playa, donde descansan un par de barcas a la orilla, siendo todo esto opacado por la inmensidad de la noche y sus luceros. El cuadro refleja el estado de calma que el artista buscaba durante su estancia en el sur francés, aunque tristemente la historia sería otra.


Sin ahondar mucho en su historia, sobre todo por desconocimiento mío, creo poder resumir que parte del caos que viviría en Arlés sería provocado por sus propios problemas psiquiátricos, como la mutilación de su propia oreja izquierda que se presume pudo haber sido producto de una riña con Paul Gauguin o tras enterarse que su hermano Theo se casaría. (suceso que daría nombre a un grupo de pop español que alcanzaría la fama a principios del siglo XXI cuya música disfruto mucho escuchar). Regresando a los problemas psiquiátricos, se ha planteado que incluirían trastornos de la personalidad, trastorno bipolar, esquizofrenia paranoica, hipomanía y sobre todo depresión.


Es aquí donde comienzan a aflorar las emociones en mí. Mi cerebro empieza a tomar parte del contexto detrás de la obra y se pone en marcha, al mismo tiempo que recibo el estímulo visual de los colores en la pintura. Me pongo a pensar en cosas que me han pasado durante la noche, como largas horas de insomnio que derivan en una autosugestión tan abrumadora que por más que le suplicas a tu mente que se detenga y deje de generar recuerdos de fracasos y pensamientos autodestructivos no para. Intento ponerme en los zapatos de Van Gogh conociendo un poco de sus circunstancias en el momento que pintó su obra y teniendo en cuenta que lo que yo, una persona de relativa mente sana, pueda llegar a sentir únicamente con el apabullante silencio e imponente oscuridad de la noche, sería potenciado en una persona con la psique dañada. Siento en la pintura una profunda melancolía y hasta tristeza a pesar de estar acompañadas de una sensación de calma. La nocturna manta celeste me parece tan abrumadora que se siente como si fuera una manta de gran peso que te puede aplastar y sofocar. Posiblemente esto sea producto de los colores, que considero no son tan vibrantes como los de su noche estrellada más conocida, quizá por la menor variedad que tiene de los mismos a comparación.


Aún con las sensaciones aparentemente negativas que llega a despertar el cuadro en mi ser, lo considero muy hermoso y hasta conmovedor. Ha generado en mí una curiosidad voraz que busca conocer más a profundidad la historia y obra de uno de los mayores exponentes del postimpresionismo. Espero pronto poder publicar un sencillo donde hablo (o más bien canto) precisamente de todo lo anterior.


Y en ti... ¿Qué emociones despierta?

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